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“QUIENES ESTAMOS CONSCIENTES DE LA GRAN OBRA DEL GOBIERNO MILITAR, ANULAREMOS NUESTROS VOTOS EN LAS FUTURAS ELECCIONES (DE CONCEJALES), EN DEMANDA DE LA LIBERTAD DE LOS SALVADORES DE CHILE ENCARCELADOS, Y POR EL FIN DEL PREVARICADOR ACOSO JUDICIAL EXISTENTE EN CONTRA DE ELLOS”

martes, marzo 29, 2011

"Para Verdades, El Tiempo"

MARTES 29 DE MARZO DE 2011

Pocos días atrás el ministro de Hacienda anunció recortes del gasto público por 800 millones de dólares para este año. Pero no muchos meses atrás el Presidente anunció aumentos de impuestos por 3.500 millones de dólares, para financiar un mayor gasto público este año.

Yo sostuve en este blog que ese aumento impositivo era innecesario y que iba a ser perjudicial. Era innecesario porque el Estado contaba con recursos más que suficientes para cubrir los daños del terremoto y su propio plan económico. Y era perjudicial, porque el aumento del gasto público tiene efecto inflacionario e incide en una baja del tipo de cambio. Lo primero, porque aumenta la demanda agregada y esto impulsa las alzas de precios; y lo segundo, porque esto obliga al Banco Central a subir la tasa de interés para controlar la inflación, lo cual hace bajar el precio del dólar.

Y este año nos hemos encontrado con esos dos efectos perjudiciales: ha bajado el tipo de cambio, obligando al Banco Central a anunciar un plan de compras de dólares, "ensuciando" el sistema de libre fluctuación cambiaria; y ha aumentado la inflación, obligando al mismo Banco Central a subir la tasa de interés, lo que a su turno tiende a debilitar más el tipo de cambio.
¿Quién armó este enredo? El Gobierno. Y por eso ahora ha debido romper el círculo vicioso que creó y volver sobre sus pasos, disminuyendo el gasto público. ¿No habría sido mejor empezar por eso, en lugar de aumentarlo y subir los impuestos?

Por supuesto. Pero lo que sucede es que, si bien en teoría la economía la manejan técnicos --y son técnicos muy destacados--, en la práctica manda un político, que es el Presidente de la República. Él aumentó los impuestos por razones políticas, para cumplir uno de sus anhelos más sentidos: ser popular y congraciarse con el centro y la izquierda. Ahora los técnicos están tratando de remediar su error y él debe aceptarlo.
Hoy día oí en Radio Agricultura, a mediodía, una lección práctica de microeconomía, muy relacionada con lo anterior. Hablaba un empresario llamado Felipe Galilea, que tiene negocios en Chile y en Perú. Y decía lo siguiente: "En el Perú el impuesto a la renta de las empresas es 30 por ciento; en Chile es 18 por ciento y va a subir a veinte. Por lo tanto, los precios de los productos en Perú son más altos que en Chile". Una lección práctica de que los mayores impuestos a los beneficios de las empresas los terminan pagando las personas, específicamente los consumidores.

Cuando se anunciaron los incrementos tributarios, el año pasado, Hernán Büchi los objetó justamente con ese argumento: los impuestos no los pagan, en definitiva, las empresas, sino las personas.
En la economía, como en otras disciplinas, tiene plena aplicación el antiguo adagio: "Para verdades, el tiempo".

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