Domingo 17 de abril de 2011.
El abogado Pablo Ruiz-Tagle sacó su Blackberry en Providencia y un delincuente se lo arrebató y huyó. El abogado lo persiguió y vio que lo acompañaba un número creciente de personas en la tarea. El delincuente subió a un bus para huir, pero la gente le indicó al chofer que se detuviera. Entonces las personas que se habían juntado y las que iban en el bus, comenzaron a hacer justicia por su propia mano, golpeando al asaltante. El abogado Ruiz-Tagle detuvo esa acción, para evitar un "linchamiento" del ladrón, y consiguió que el bus permaneciera sólo con el individuo, él y el chofer dentro, hasta que llegó Carabineros y procedió a su detención.
Requerido por la prensa el abogado, dijo que el asaltante había llorado, como lo hacen todos cuando son atrapados, y había dicho que necesitaba dinero para un hijo enfermo. Y el mismo abogado aludió (exculpatoriamente) a que el verdadero problema detrás del delito era la desigualdad. Entonces toda la gente que oyó, vió o leyó lo anterior miró hacia este lado. Pues bien, yo sostengo que deberían mirar para el otro lado.
Pero antes de explicar por qué digo esto último quiero precisar las siguientes cosas: 1) El hecho de que el público tome parte en la captura del delincuente dice algo, y eso es que la gente ya está aburrida de la impunidad de los asaltantes y por eso tiende a hacer justicia por su propia mano, porque si no, piensa que no habrá sanción alguna para aquél; 2) En eso la gente tiene razón: de acuerdo con la legislación favorable al delincuente que se ha consagrado en las dos últimas décadas, usted puede estar cierto o cierta de que ese asaltante está libre a estas horas; 3) Además, el Estado le va a procurar un defensor gratuito, y habrá un juez de garantía preocupado de que él tenga toda clase de posibilidades de defensa y de que cualquier falla de procedimiento al detenerlo opere en su favor; 4) Habrá un juicio abreviado en que una sola cosa es absolutamente segura: que ese asaltante quedará definitivamente libre, probablemente "con firma semanal" (si es que) para seguir ganándose la vida arrebatando celulares, billeteras, gargantillas, carteras o lo que fuere a otras personas, porque ésa es una actividad rentable y segura, en el sentido de que no trae consigo ninguna sanción efectiva, salvo que alguna vez "la gente" lo atrape antes de que llegue la policía y que no haya ningún abogado Ruiz-Tagle para protegerlo.
Dicho lo anterior, paso a explicar por qué no deben mirar "para acá", donde estamos los partidarios de la economía libre, la propiedad privada, el respeto a la ley, la moral y las buenas costumbres, cuando se hace alusión a "la desigualdad".
La desigualdad que supuestamente impide al ladrón tener dinero para comprar remedios para su supuesto hijo supuestamente enfermo, excusa que siempre dan los que asaltan en cualquier parte, no nace del modelo de libre mercado, sino precisamente de la intervención estatal en la economía.
Porque, primero, si la plata de los contribuyentes destinada al llamado "gasto social" fuera a los más pobres efectivamente (lo que no sucede, porque ella va a manos de la burocracia socialista estatal, que se queda con parte de ella), el ladrón tendría un "ingreso ético" dado por el Estado (aunque posiblemente no debería llamarse "ético") de unos 500 mil pesos mensuales, resultantes de dividir el gasto social por el número de pobres; y por tanto podría perfectamente comprar los supuestos remedios que necesita para su supuesto hijo supuestamente enfermo. Y si la familia del ladrón fuera de cuatro personas pobres y recibiera directamente su parte del gasto social, tendría dos millones de pesos mensuales para cubrir todas sus necesidades con holgura, sin subir ni un solo impuesto, sino sólo evitando que la recaudación tributaria sea en gran parte retenida por la burocracia socialista.
Así es que hacia ella es a donde tenemos que mirar cuando se habla de "desigualdad", porque es ella la que se está quedando con parte de la plata para los pobres.
Por supuesto, todo eso sin hablar de que las leyes socialistas han privado de libertad a los pobres para encontrar trabajo, consagrando gabelas como el salario mínimo obligatorio y otras que encarecen la contratación, de modo que entre esos más pobres las tasas de desempleo son de 25, 30 y hasta 50 por ciento (dependiendo del grupo que se elija, pues en el de los jóvenes indigentes de campamentos que no han ido a la escuela es el último porcentaje anotado), mientras que entre los más ricos hay pleno empleo, pues las leyes laborales no los afectan, debido a su mayor productividad. ¡Las leyes socialistas dejan cesantes a los más pobres!
Entonces, cuando hablen de "desigualdad", por favor, miren a los DC, a los PS, a los PPD, PRSD, PC y similares, que han provocado, con la legislación socialista que han impulsado, las grandes desigualdades que existen hoy, y no miren para acá.
Requerido por la prensa el abogado, dijo que el asaltante había llorado, como lo hacen todos cuando son atrapados, y había dicho que necesitaba dinero para un hijo enfermo. Y el mismo abogado aludió (exculpatoriamente) a que el verdadero problema detrás del delito era la desigualdad. Entonces toda la gente que oyó, vió o leyó lo anterior miró hacia este lado. Pues bien, yo sostengo que deberían mirar para el otro lado.
Pero antes de explicar por qué digo esto último quiero precisar las siguientes cosas: 1) El hecho de que el público tome parte en la captura del delincuente dice algo, y eso es que la gente ya está aburrida de la impunidad de los asaltantes y por eso tiende a hacer justicia por su propia mano, porque si no, piensa que no habrá sanción alguna para aquél; 2) En eso la gente tiene razón: de acuerdo con la legislación favorable al delincuente que se ha consagrado en las dos últimas décadas, usted puede estar cierto o cierta de que ese asaltante está libre a estas horas; 3) Además, el Estado le va a procurar un defensor gratuito, y habrá un juez de garantía preocupado de que él tenga toda clase de posibilidades de defensa y de que cualquier falla de procedimiento al detenerlo opere en su favor; 4) Habrá un juicio abreviado en que una sola cosa es absolutamente segura: que ese asaltante quedará definitivamente libre, probablemente "con firma semanal" (si es que) para seguir ganándose la vida arrebatando celulares, billeteras, gargantillas, carteras o lo que fuere a otras personas, porque ésa es una actividad rentable y segura, en el sentido de que no trae consigo ninguna sanción efectiva, salvo que alguna vez "la gente" lo atrape antes de que llegue la policía y que no haya ningún abogado Ruiz-Tagle para protegerlo.
Dicho lo anterior, paso a explicar por qué no deben mirar "para acá", donde estamos los partidarios de la economía libre, la propiedad privada, el respeto a la ley, la moral y las buenas costumbres, cuando se hace alusión a "la desigualdad".
La desigualdad que supuestamente impide al ladrón tener dinero para comprar remedios para su supuesto hijo supuestamente enfermo, excusa que siempre dan los que asaltan en cualquier parte, no nace del modelo de libre mercado, sino precisamente de la intervención estatal en la economía.
Porque, primero, si la plata de los contribuyentes destinada al llamado "gasto social" fuera a los más pobres efectivamente (lo que no sucede, porque ella va a manos de la burocracia socialista estatal, que se queda con parte de ella), el ladrón tendría un "ingreso ético" dado por el Estado (aunque posiblemente no debería llamarse "ético") de unos 500 mil pesos mensuales, resultantes de dividir el gasto social por el número de pobres; y por tanto podría perfectamente comprar los supuestos remedios que necesita para su supuesto hijo supuestamente enfermo. Y si la familia del ladrón fuera de cuatro personas pobres y recibiera directamente su parte del gasto social, tendría dos millones de pesos mensuales para cubrir todas sus necesidades con holgura, sin subir ni un solo impuesto, sino sólo evitando que la recaudación tributaria sea en gran parte retenida por la burocracia socialista.
Así es que hacia ella es a donde tenemos que mirar cuando se habla de "desigualdad", porque es ella la que se está quedando con parte de la plata para los pobres.
Por supuesto, todo eso sin hablar de que las leyes socialistas han privado de libertad a los pobres para encontrar trabajo, consagrando gabelas como el salario mínimo obligatorio y otras que encarecen la contratación, de modo que entre esos más pobres las tasas de desempleo son de 25, 30 y hasta 50 por ciento (dependiendo del grupo que se elija, pues en el de los jóvenes indigentes de campamentos que no han ido a la escuela es el último porcentaje anotado), mientras que entre los más ricos hay pleno empleo, pues las leyes laborales no los afectan, debido a su mayor productividad. ¡Las leyes socialistas dejan cesantes a los más pobres!
Entonces, cuando hablen de "desigualdad", por favor, miren a los DC, a los PS, a los PPD, PRSD, PC y similares, que han provocado, con la legislación socialista que han impulsado, las grandes desigualdades que existen hoy, y no miren para acá.
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