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“QUIENES ESTAMOS CONSCIENTES DE LA GRAN OBRA DEL GOBIERNO MILITAR, ANULAREMOS NUESTROS VOTOS EN LAS FUTURAS ELECCIONES (DE CONCEJALES), EN DEMANDA DE LA LIBERTAD DE LOS SALVADORES DE CHILE ENCARCELADOS, Y POR EL FIN DEL PREVARICADOR ACOSO JUDICIAL EXISTENTE EN CONTRA DE ELLOS”

jueves, marzo 03, 2011

La Doctrina y la Praxis del Odio


Sábado 26 de febrero de 2011

El diputado PPD Tucapel Jiménez ha anunciado que presentará una moción de ley para castigar con pena de cárcel un nuevo delito de opinión que propicia crear: el de "trivializar" los crímenes de lesa humanidad o los atentados contra los derechos humanos.

Ese proyecto sería la culminación del lavado cerebral que ha perpetrado la izquierda.

Primero, ella se organizó para tomar el poder por las armas, lo cual obligó a los demócratas a impetrar de quienes tenían las armas legales que impidieran el golpe totalitario. Derrotados por las armas quienes lo fraguaban, continuaron la actividad terrorista, a través de asociaciones ilícitas como el MIR, el FPMR, el Lautaro y otras que siguen existiendo y cometiendo atentados hasta hoy.
Finalmente, en una mezcla de amedrentamiento general con semántica propagandística, dieron vuelta las cosas hasta aparecer como "víctimas" y recibir indemnizaciones a raíz de haber sido enfrentados y derrotados en la guerra que iniciaron. Y ahora, tras haber lavado lo cerebros de casi todo el mundo, quieren impedir que siquiera se discuta o argumente contra ellos, penando con la cárcel a quienes lo hagan.

Ellos han conseguido mantener vivas las odiosidades en Chile mucho después de terminadas las hostilidades que iniciaron. Han obtenido mucho dinero del Estado burgués al cual quisieron destruir, a título de indemnizaciones, en uno de los grandes absurdos de nuestra historia. Han asesinado a personas por el solo hecho de discrepar de ellos, como los casos del senador Jaime Guzmán y el comerciante poblacional Simón Yévenes, ambos de la UDI, ninguno de los cuales usó jamás un arma para imponer sus ideas.

Y ahora buscan prohibir hasta que se argumente en su contra, en defensa de la verdad histórica. ¿Se imaginan ustedes para lo que se prestaría, en manos de la actual mayoría de jueces de izquierda, una ley que castigue la "trivialización" de los que ellos llaman delitos de lesa humanidad y contra los derechos humanos? Yo tendría un proceso en mi contra, con posterior segura condena, varias veces a la semana. sólo por lo que escribo en este blog y por las escasas entrevistas que me hacen sobre el tema.

El argumentar que los delitos de lesa humanidad, según la definición del Tratado de Roma, son más aplicables a las conductas del MIR o del FPMR que a las del Gobierno Militar, argumento válido que he dado varias veces, me podría ganar una condena de cárcel por el delito de "trivialización".

La doctrina del odio, que presidió las políticas del gobierno marxista en Chile, es la que explica por qué todavía continúa la división y por qué hay decenas de presos y procesados políticos uniformados. La revolución de 1891 fue mucho más violenta y profunda que el pronunciamiento de 1973. Desde luego, generó tres veces más muertes, en un país que tenía, en ese año 1891, la quinta parte de los habitantes de Chile en 1973. Pero entonces a los dos o tres años el país había dado vuelta la hoja, se habían dictado seis amnistías y hasta participaban en política, aliados, los que se habían alzado contra Balmaceda y los que habían defendido a su gobierno. ¿Por qué? Porque no había aparecido la doctrina del odio, que desde el siglo XX y hasta hoy campea en Chile.

Ésta sigue teniendo esclavizado al país. Sigue habiendo múltiples atentados con bombas en la capital. Sigue habiendo regiones asoladas por el terrorismo, en el sur. Los gobernantes tienen miedo, porque los partavoces del odio no vacilan en desatar no sólo la violencia callejera, sino una peor, pues tienen armas (lo han confesado), son capaces de usarlas y no sólo limitarse a los atentados "de ruido", sino con pérdidas de vidas.

Yo mismo, siendo un personaje secundario y bastante retirado, de apariciones públicas sólo esporádicas defendiendo mis puntos de vista, palpo el odio de los eternos portavoces del mismo, a través de insultos o amenazas, incluso en los medios que publican mis opiniones. Más aún, anteayer, volviendo de mi trote matinal, frente al condominio San Alfonso del Mar, en Algarrobo, sentí un disparo a mi izquierda y el impacto de la bala a mi derecha, en una estructura del condominio. Yo pienso que fue un atentado fallido en mi contra o, en el mejor de los casos, un acto de amedrentamiento, y lo atribuyo a alguien de los que trabajan en un edificio en construcción de dicho condominio, que siempre me ven pasar trotando de ida y entre los cuales he visto miradas odiosas. Probablemente algún agente del odio decidió esperarme a la vuelta. Es lo que sospecho. Esto no se lo he contado a nadie antes de escribirlo ahora, y espero que no salga de este blog. Por cierto, no pienso denunciarlo a la autoridad, porque perdería el tiempo y creo que no obtendría nada. Obviamente, he dejado de trotar frente a San Alfonso del Mar.


Es la praxis del odio que mantienen las autodenominadas "víctimas de atropellos a los derechos humanos".
Si sus portavoces logran, además de amedrentar, amordazar incluso a la crítica contraria, creando el delito de "trivialización", al miedo físico que infunden sus atentados se añadirá el silencio obligado frente a la verdad de lo que han hecho y siguen haciendo en nuestro país.


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